Un pintor me prometió un cuadro.
Ahora en New England, se que ha muerto. Senti como otras veces, la tristeza y la sorpresa de comprender que somos como un sueño. Pensé en el hombre y en el cuadro perdidos.
(Solo los dioses pueden prometer, porque son inmortales.)
Pense en un lugar prefijado que la tela no ocupará.
Pense después: Si estuviera ahi; seria con el tiempo esa cosa mas. Una cosa, una de las vanidades o hábitos de mi casa: ahora es ilimitada, incesante, capaz de cualquier forma y cualquier color y no atada a ninguno.
Existe de algún modo. Vivirá y crecerá como una música, y estará conmigo hasta el fin.
(Tambien los hombres pueden prometer, porque en la promesa hay algo inmortal.)
Ahora en New England, se que ha muerto. Senti como otras veces, la tristeza y la sorpresa de comprender que somos como un sueño. Pensé en el hombre y en el cuadro perdidos.
(Solo los dioses pueden prometer, porque son inmortales.)
Pense en un lugar prefijado que la tela no ocupará.
Pense después: Si estuviera ahi; seria con el tiempo esa cosa mas. Una cosa, una de las vanidades o hábitos de mi casa: ahora es ilimitada, incesante, capaz de cualquier forma y cualquier color y no atada a ninguno.
Existe de algún modo. Vivirá y crecerá como una música, y estará conmigo hasta el fin.
(Tambien los hombres pueden prometer, porque en la promesa hay algo inmortal.)
¹Borges, Jorge Luis. "The unending gift". En Nueva Antologia Personal. Buenos Aires: Emecé Editores, 1968. p. 83.
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